Trastornos del apego: Síntomas y consecuencias en la infancia y adolescencia

15-12-2019

En el estilo de apego que se adquiere en la infancia puede estar el valor de la supervivencia tras una separación irreversible, o por el contrario puede ser el caldo de cultivo perfecto para que la pérdida desencadene un proceso de duelo anómalo, ya sea un duelo patológico, complicado o traumático. 

 

Y esto es así porque los diferentes estilos de apego de la niñez son los que definen la manera de manejar los sentimientos propios, las relaciones personales y las situaciones adversas.

 

Quienes durante la infancia han establecido con sus padres o cuidadores un vínculo de apego seguro,- sus figuras de apego son personas seguras y receptivas, y por tanto han favorecido el desarrollo en el infante de una autoestima estable y un adecuado manejo en las relaciones interpersonales como personas seguras de sí mismas, amables, resilientes…- contarán con más recursos de protección necesarios para facilitar el ajuste biopsicosocial necesario para superar el duelo.

 

Por el contario, aquellas personas que durante la infancia se han impregnado de un estilo de apego inseguro – sus referentes eran fríos, insensibles, mostraban actitudes contradictorias, o de rechazo, y como consecuencia el niño se ha convertido en un adulto ansioso, hipersensible hacia lo negativo, inestable emocionalmente y con baja confianza en sí mismo– presentarán más dificultades para aceptar la pérdida y reorganizar su vida.

 

El historial de vínculos de apego es un indicativo de la capacidad de las personas para enfrentarse al duelo. Apegos seguros en la infancia actúan como factor protector, mientras apegos inseguros durante la niñez son un factor de riesgo para la evolución adecuada del duelo.

Y ello se ve reforzado con el tipo de apego mantenido con la persona que ya no está. Si esa relación ha descansado en un sistema de apego seguro habrá existido una mayor cantidad y calidad de recuerdos e intercambios mentales positivos que ante el fallecimiento de una de las partes actuarán como consuelo o protección.

 ¿Cuáles son los trastornos de apego?

Es importante entender que el apego no es algo patológico, sino que es una respuesta adaptativa a los diferentes contextos y personas que hemos tenido en nuestra infancia y que resurge en la edad adulta con diferentes perfiles de persona.  

 

Los trastornos de apego surgen cuando el niño debe responder frente a situaciones traumáticas o cuando sus figuras de apego son poco consistentes, por ejemplo cuando sus cuidadores no responden a las necesidades emocionales o físicas del infante, como ocurre en los casos de negligencia o cuando la persona que debe proveer seguridad y afecto es la misma que produce miedo, como en las situaciones de maltrato o abuso.

 

En estos momentos el apego se construye como fuente de trauma o como una desorganización de la respuesta de apego, esto es, como no sirven los otros tipos de apego para establecer un vínculo con la persona significativa, el niño desarrolla visiones y conductas patológicas (se queda parado, busca contacto pero al mismo tiempo tiene miedo, rechaza al cuidador pero lo anhela, etc.), esto se denomina apego desorganizado

 

Algunas consecuencias o síntomas más comunes en la infancia y adolescencia de un apego desorganizado o inseguro: 

  • Comportamiento antisocial en la infancia (e incluso en la primera infancia)
  • Comportamiento intimidante, violento y agresivo, menguada capacidad de aprendizaje a partir de experiencias sociales (castigo/prohibición).
  • El niño puede tener intenciones sádicas o socialmente destructivas hacer daño a otros niños o a los animales.
  • No manifiesta una vergüenza mínimamente duradera ni sentido de culpa ni remordimiento y acusa a los demás cuando se le echa en cara su comportamiento. Actitudes de escaparse sin destino fijo, terquedad, conflictos sin fin.
  • Comportamiento de vinculo afectivo no selectivo.
  • El niño se mostrara encantador y confiado con las personas nuevas que conozca. Es incapaz de diferenciar en el plano afectivo el círculo familiar del que no lo es.
  • Es a menudo “pegajoso” dando muestras de comportamientos inmaduros dentro del vinculo afectivo (presentando un comportamiento que sería lógico en un bebe de 6ª 12 meses).
  • Tiene relaciones cortas y superficiales.

En ambos casos el niño se sentirá discapacitado cuando trate de desarrollar relaciones de servicio y amistad. Esta situación directamente relacionada con las competencias sociales, compromete y distorsiona también otros aspectos de la vida del niño como jugar, aprender, trabajar, tener amigos, formar parte de una familia o de un grupo.

 

Las reacciones negativas de los demás en estas situaciones (conflictos y decepciones) hacen que el desarrollo cotidiano se resienta. Por eso las capacidades intelectuales de aprendizaje no se habrán utilizado correctamente y muchos niños desarrollaran problemas secundarios como la delincuencia y la toxicomanía.